El reciente proceso de primarias
que ha realizado la Concertación en 142
comunas del país ha tenido-como era de esperar- una dispar evaluación de parte de los actores políticos y la
opinión pública. Entre los que consideran exitosas están sus organizadores los que ponen el énfasis en la masividad de
la concurrencia (320.000 electores) y en la capacidad de organización que
supone un proceso de esta naturaleza,
tanto del punto de vista de las garantías reglamentarias, de seriedad,
imparcialidad y logística. Desde las otras veredas se alude a la baja
convocatoria que esta tuvo,
especialmente en las comunas con los padrones de electores más elevados. Que los candidatos solo responden a las reducidas cúpulas partidistas que buscan ser
legitimadas a través de este mecanismo. También
ha transcendido la disconformidad, por cuanto
habrían ocurrido ciertas prácticas
que atentarían contra la limpieza del acto eleccionario como el
”acarreo” de los electores , es
decir traslado a lo centro de sufragios en una locomoción pagada por un
candidato, o la intromisión de parte de
dirigentes de derechas
incentivando que sus electores se pronunciarán a favor de candidatos que
desafiaban a los alcaldes en ejercicio
con el fin de que en la elección de
alcaldes de octubre sean más débiles los
contrincantes a vencer. Por último se
las descalifica por no a ver esperado que estuviera en vigencia el nuevo padrón
electoral que incorporará a cuatro
millones de nuevos electores, el cual se asegura estará listo para fines el
próximo mes.
La opción de optar por primarias
vinculantes para designar los candidatos
de la coalición opositora en este nuevo
proceso eleccionario por venir, se instalo como un imperativo en la medida en que las experiencias
en pasadas elecciones en que se opto por
los acuerdos negociados fueron
demostrándose cada vez más ineficaces y
poco democrático, hasta convertirse en uno de los detonantes de la pérdida de
las últimas elecciones presidenciales, en donde
la irrupción de Marco Enrique Ominami
como una alternativa presidencial
tuvo un peso simbólico imposible de soslayar en los hechos la centro-izquierda llevará dos candidatos. Bajo este desafortunado antecedente político, la
supervivencia de esta corriente se juega sus cartas en abrirse a espacio de acercamiento del sentir
ciudadano en pos de ir atenuando el fuerte rechazo que hoy concentra la
actividad política y la que particularmente afecta a los de los
del “arco iris”.
Con todas las imperfecciones que
haya podido tener este proceso de dejar
en mano de los votantes la elección de los candidatos, amplia los espacios de decisión de la ciudadanía y en el caso de las elecciones municipales este ejercicio puede pasar a remplazar otros mecanismos que existen en otros países para propiciar
los nuevos liderazgos como son la limitación
de reelecciones de las autoridades
o las revocatorias de mandatos.
Mirando hacia la presidencial las primarias en lo que respecta a la Concertación serán insustituibles como mecanismos de
selección del candidato (a) presidencial, lo cual le permite
tener un liderazgo en lo que respecta al sello democrático en relación a
los partidos oficialistas todavía en sumidos en
una desmedida renuencia
aceptar una mayor preeminencia
del veredicto popular. La aprobación de una ley de primarias generales
y cargo de Servicio Electoral parece una iniciativa más que saludable para contribuir a que la institucionalidad
política recupere ante los chilenos
parte de la credibilidad pérdida. Los “señores políticos” tienen una vez más la
palabra.
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