La reciente celebración del día internacional del libro no paso
inadvertido en la región, pues los eventos y notas periodísticas no dejaron
algunas conclusiones muy relevantes sobre la producción editorial se habla de un promedio de 14 libros al
año nacidos en La Araucanía, la tarea entonces será
establecer su contribución a los campos de conocimientos y ayudar a
difundirlos. Hoy nos referiremos a uno editado el año 2009 por la Universidad
Católica de Temuco: “La Acción Social en
la Diócesis de Temuco, El período pastoral de Monseñor Sergio Contreras Navía”.
No haremos en esta columna un análisis del texto escrito
por un sociólogo Luzio Iriarte, un
sacerdote Juan Leonelli y un diacono Guillermo Díaz todos
actores a su manera del período descrito, pero si quisiera resaltar su relevancia. El texto no
es una semblanza de la persona del obispo, sino un acercamiento
multidisciplinario y testimonial,
que busca dar cuenta de la
acción de la iglesia derivada del
Concilio Vaticano II y que tuvo una particular consideración de la Diócesis,
en virtud de una historia con propia que
la diferencia de la del resto del país “La historia reciente de La Araucanía es corta
y la situación es explicable desde los acontecimientos que se han ido
sucediendo en algo más de 100 años” (pag31)
En este contexto, el período crucial en que le toca ejercer su misión pastoral a Monseñor
Contreras trasciende en su protagonismo los límites de la Iglesia y
lo convierten en un referente central
desde su llegada, por cuanto bajo el
alero de la Iglesia se hará la defensa de los derechos humanos, se
rearticulará el movimiento indígena y la
acción de los Organismos No Gubernamentales (ONGs) que serán una importante
fuente laboral para profesionales excluidos del estado por su ideología y que
ejecutarán iniciativas locales de desarrollo que posteriormente
servirían de modelo para lo que se implementaría en democracia. Los finales de
los setenta y la década de los ochenta la
fuerte pero comprensiva personalidad
de “don Sergio” como lo solíamos nombrar los que no éramos
personas ligadas directamente a la Iglesia fue una autoridad protectora
y alerta a las arbitrariedades y abusos
proveniente del autoritarismo. A
su valor como hombre de fé , le sumaba su capacidad organizativa y
resolutiva fruto suponemos de su
formación de ingeniero, creo que expresó a mucho de que estábamos aquí por
entonces, que debemos agradecerle
su gestión en tiempos
peliagudos.
Una vez más la imagen dice más que las palabras, la portada
de libro muestra al prelado con un megáfono subido en una carreta dirigirse a
esa multitud de mapuches que participo
del “Encuentro del Conunhueno “ en el año 1979 y
siempre se dirá de él “no dirige los encuentros ni trata de ser el centro,
pero suelen encargarle el saludo inicial, cosa que hace con mucho cariño y profundidad. Al mismo tiempo, siempre deja
un mensaje sugerente, que invita al
protagonismo, a hacerse cargo de la realidad a vivir una fe encarnada y
transformadora de las circunstancias”
(pág 99) . Así pues en la historia larga
de esta nuestra Araucanía, habrá que dar
cuenta que de esos tiempos en que los inviernos parecían aun más fríos y la
desolación a ratos parecía dominarlo
todo, hubo un pastor que asumió como su rebaño a todos sin distinción
y nos animó a que lucháramos por nuestros derechos con las herramienta del entendimiento y de la
paz.
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