
El debate sobre la identidad de Temuco no ha alcanzado la relevancia de la tesis doctoral basada en la investigación rigurosa, más bien se ha sostenido sobre eventos, sucesos, realidades que se perciben en forma posterior a su ocurrencia o simplemente han pasado sin que los temuquenses se lo apropien, sino que fuerzas foráneas han sido capaces de aprovecharlo, es que se trata de una ciudad joven y voluntariosa que probablemente si nuestra generación se esfuerza y opta por la grandeza y no la pequeñez de la satisfacción a la vuelta de la esquina, esta llamada a tener un lugar preponderante en el sur del todo el continente americano, lo tiene casi todo sin orden de importancia: Universidades, capacidad emprendedora de sus habitantes, tradición cultural autóctona, patrimonio paisajístico y atractivo turístico por doquier y de fácil acceso por nombrar las más a la vista. Pero si tiene tanto ¿ por qué es la región que la cobija es la más pobre del país?. Y sus niveles de participación ciudadanos son tan bajos y en muchos casos no pasan más de ser clientes de alguna autoridad política.
Vamos a nuestra primera identidad la capital de la frontera, ese forjador de ella que fue el nunca bien reconocido ingeniero belga Gustave Verniori, que registró tan adecuadamente lo fue ese tiempo en que ese espacio de dominación de ese vasto territorio que tenía como sus regentes a los mapuches a paso a mano del estado chileno.
La ubicación estratégica del fuerte Temuco trajo consigo oleada de migrantes que a fuerza de empuje, encono, corruptela estado-privado y la siempre actuante fuerza del azar en tres décadas lograron a equiparar a esta ciudad a la mucha más antigua ciudad de Valdivia. Ni siquiera el devastador incendio de 1908 de entre 25 a 30 manzanas detuvo ese impulso.
Esa remolienda, verdadero hervidero de sociabilidad de ese tiempo de forjamiento, anido por azar a dos nóbeles bajo el destemplado cielo de la lluvía. Gracias a Gabriela en todo lo que ayudo con esa plenitud de mestizaje que tenía la doña, a que nuestro Neftalí se convirtiera en Pablo y pusiera a esta nuestra remota aldea grande de entonces, en los vastos territorio de la literatura, así como siglos antes lo hizo Cervantes con La Mancha o décadas después Gabriel García Marquez con su Aracata natal. Cuando Eduardo Pino Z. en 1969 escribe la Historia de Temuco la subtitula biografía de la capital de la frontera.
Me pregunto entonces en el día de hoy seguimos aún siendo la capital de la frontera. O la actual Región de La Araucanía en su diversidad es más que ese conflicto y esa irreconciabilidad de lo fronterizo que reapareció con fuerza en los días de la reforma agraria y la posterior represión cívico-militar.
Al menos en lo que respecta a la ciudad, esta se ha fortalecido en su vocación de servicio que la convertido en una de las ciudades de mayor crecimiento del país lo que se revela en una amplia oferta educativa y un rol preponderante como centro de abasto para un amplio espacio del sur de Chile.
El gran Temuco que ya abarca por el norte la vecina Lautaro y hacia costa Imperial y el sur Freire-Pitrufquen va mucho más allá de su histórica relación con la actividad rural. El Temuco de hoy en muchos planos destaca por la eficiencia de sus servicios e industrias una parte de estos sucursales de empresas foráneas, la fuerza creadora de los medianos y pequeños empresarios, la investigación universitaria, un movimiento cultural cada vez más amplia y abierto a la expresión de los distintos cimientos y saberes que lo habitan.
A lo mejor por décadas nos acompañara aun esa sensación de que Temuco no tiene una identidad compartida, que finalmente en el mejor de los casos es clave la situacuón de que no hay un élíte que rige sus destinos y le da un impronta a seguir, que lo bueno de llegar hasta aquí que es posible progresar por los propios méritos.
Pero quizás por sobretodo allá que quedarse con lo que dice mi musa de este tiempo: nacida, criada, educada aquí “Temuco es inspiración para vivir”.
1 comment:
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